El pupilo interesado en su amigo profesor, encantado le propuso ayudarle.
El profesor le dijo
" Mira tengo esta joya de mi familia, un anillo de oro muy valioso, que hemos pasado de generación en generación, pero quiero venderlo porque necesito el dinero. Ve al mercadillo, y no lo vendas por menos de 50 monedas"
El joven fue para el mercadillo, se recorrió todos los puestos y preguntó a cientos de personas, quienes le ofrecieron un máximo de 30 monedas el que más.
Agotado y desilusionado por no poder venderlo, se fue para su casa y fue a ver al profesor. Este le dijo que no pasaba nada, que cogiera el anillo de nuevo, y que al siguiente día se fuera a ver a otro joyero de mucha experiencia que vivía en el pueblo contiguo. Tenía que pedirle no menos de 300 monedas, pero le dijo que ofrecieran lo que le ofrecieran, no lo vendiera bajo ningún concepto.
El muchacho emocionado, "300 monedas madre mía"
Al día siguiente se fue con el famoso joyero.
Aquel hombre sacó sus herramientas, miró con mucha cautela el anillo como nadie del mercadillo lo había mirado el día anterior. Cogió las lupas de aumento microscópico y le dijo: "Te puedo dar hasta 500 monedas"
El muchacho no daba crédito y recordó las palabras del profesor que bajo ningún concepto lo tenía que vender.
Le dijo al hombre
"Me lo pienso y ya volveré" "muchas gracias".
El profesor a su vuelta le dijo:
"Hay personas que nunca podrán valorar lo bueno que les ofrezcas, porque no son las personas adecuadas para mirarlo con buenas perspectivas.... Los que realmente están preparados para valorar las cosas, incluso pueden darle más valor del que tu le das a lo que les ofreces".
Autor desconocido
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