de Santiago Tena

hágase, niña mía, hágase vivo el amor en tu espacio, hágase en ti la luz y en mí la vida, hágase, amor cercano, cercano nuestro amor, el beso en voz, la voz beso y presencia y estoy dentro, hágase de tu amor el mundo niño, el mundo que te busco, el que soy mundo y carne y poeta y ardor solo por ti, hágase el desinhibo, hágase el nos buscamos, hágase el en ti estoy, hágase del amor el vino de la cena, el esperar, el ven, el has venido, el correo directo, el te busco y me arriesgo y voy por ti y si duele no importa que me duela: te he vivido, hágase del amor vino y dolor y cena y despedida y voy y luego vuelvo, del amor que queremos hágase libertad, y con la libertad la luz del mundo, y que inaugure el mundo en ti y en mí un renacer de esperas sin espera, un renacer de yas sin todavías, un renacer de escarcha, de sol vivo, de dónde, de por qué no me escribes, un renacer de voy, un renacer de quiero, un renacer de no tan solo en público, un renacer de quiero y lo deseo y te lo digo claro y te lo digo cierto: lo quiero y lo deseo y voy por ti y a ti, y estando en ti y llegando, a donde en verdad llego y donde voy y quiero y sé que está esperando y que me llama en ti, es a mí mismo, niño hambriento y gozoso y cálido y feroz dentro de ti, niño que necesita de mí mismo: sé la puerta abierta y encantada y serena y ansiosa y atractiva e imán, y vientre vivo y tú, quererme vivo y tú, volarme vivo y tú, volcarme vivo y tú, amar, amar:

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01 mayo 2010

JUGUEMOS EN SOLEDAD

Juguemos en el mundo de la soledad,
tú en tu trinchera
yo en mi lado.
Dejemos que nos separen mares,
montañas y kilómetros,
que nos distancien hasta las estrellas.
Juguemos a dormir con ojos cerrados
y que los sueños sean momentos deseados.
Que los días sean números,
que el espejo nos delate de vez en cuando
o un sentimiento de culpa nos embriague.
Perdámonos en el mundo del silencio:
juguemos a no mostrar
a no arriesgar ningún sentido,
a que todo cambiará un día
cuando despierte el sol.
Juguemos a estar solos
a que los metros cuadrados
sean nuestro vital refugio
a que la distancia nos ponga una barrera
a que no haga falta llorar
porque todo está igual.
Dejemos que nuestras manos
sigan siendo dos,
que no juntemos la respiración
y que enmarquemos alguna pelea,
como un recuerdo extraño y escaso.
Que el orden prime en la vida
y en la habitación,
que el mundo pase alrededor,
que las vivencias se junten en museos.
Dejemos que nuestro corazón
esté siempre en paz,
que el dolor de los recuerdos
impida que te reconozca,
que la lluvia provoque estragos,
con aquella brutal melancolía,
que la vida nos mande cuentas
cargadas de ironías.
Dejemos que el amor se nos pase,
dejemos que el tiempo se vaya,
apaguemos la luz de la vida.
Autor: Francisco Madero Urmenetta
Imagen: LC.

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