de Santiago Tena

hágase, niña mía, hágase vivo el amor en tu espacio, hágase en ti la luz y en mí la vida, hágase, amor cercano, cercano nuestro amor, el beso en voz, la voz beso y presencia y estoy dentro, hágase de tu amor el mundo niño, el mundo que te busco, el que soy mundo y carne y poeta y ardor solo por ti, hágase el desinhibo, hágase el nos buscamos, hágase el en ti estoy, hágase del amor el vino de la cena, el esperar, el ven, el has venido, el correo directo, el te busco y me arriesgo y voy por ti y si duele no importa que me duela: te he vivido, hágase del amor vino y dolor y cena y despedida y voy y luego vuelvo, del amor que queremos hágase libertad, y con la libertad la luz del mundo, y que inaugure el mundo en ti y en mí un renacer de esperas sin espera, un renacer de yas sin todavías, un renacer de escarcha, de sol vivo, de dónde, de por qué no me escribes, un renacer de voy, un renacer de quiero, un renacer de no tan solo en público, un renacer de quiero y lo deseo y te lo digo claro y te lo digo cierto: lo quiero y lo deseo y voy por ti y a ti, y estando en ti y llegando, a donde en verdad llego y donde voy y quiero y sé que está esperando y que me llama en ti, es a mí mismo, niño hambriento y gozoso y cálido y feroz dentro de ti, niño que necesita de mí mismo: sé la puerta abierta y encantada y serena y ansiosa y atractiva e imán, y vientre vivo y tú, quererme vivo y tú, volarme vivo y tú, volcarme vivo y tú, amar, amar:

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22 noviembre 2010

LA GATITA MUERTA


Autor: Amado Nervo.

¿Por qué tan triste la muchachita?
¿Por qué los goces del juego evita?
¿Por qué se oculta, y en un rincón,
el más sombrío de estancia aislada,
llora solita y acurrucada,
como paloma sin su pichón?
¿Perdió su rorro grande, que dice
Papá? ¿La ausencia de Berenice,
su dulce amiga, le causa afán?
¿Sufrió el regaño de adusta abuela,
o sufre acaso, porque la la escuela
mañana mismo la llevarán?
¡Ah! Es que ha muerto su hermosa gata,
cuyo bigote, púas de plata,
cien y cien veces acarició;
la de albo pelo, maullar sonoro,
ojos muy verdes, veteados de oro,
la remonona que tanto amó.
Por eso pena la muchachita,
por eso el goce del juego evita,
odia el bullicio, y en un rincón,
el más sombrío de estancia aislada,
llora solita y acurrucada,
como paloma sin su pichón.

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