de Santiago Tena

hágase, niña mía, hágase vivo el amor en tu espacio, hágase en ti la luz y en mí la vida, hágase, amor cercano, cercano nuestro amor, el beso en voz, la voz beso y presencia y estoy dentro, hágase de tu amor el mundo niño, el mundo que te busco, el que soy mundo y carne y poeta y ardor solo por ti, hágase el desinhibo, hágase el nos buscamos, hágase el en ti estoy, hágase del amor el vino de la cena, el esperar, el ven, el has venido, el correo directo, el te busco y me arriesgo y voy por ti y si duele no importa que me duela: te he vivido, hágase del amor vino y dolor y cena y despedida y voy y luego vuelvo, del amor que queremos hágase libertad, y con la libertad la luz del mundo, y que inaugure el mundo en ti y en mí un renacer de esperas sin espera, un renacer de yas sin todavías, un renacer de escarcha, de sol vivo, de dónde, de por qué no me escribes, un renacer de voy, un renacer de quiero, un renacer de no tan solo en público, un renacer de quiero y lo deseo y te lo digo claro y te lo digo cierto: lo quiero y lo deseo y voy por ti y a ti, y estando en ti y llegando, a donde en verdad llego y donde voy y quiero y sé que está esperando y que me llama en ti, es a mí mismo, niño hambriento y gozoso y cálido y feroz dentro de ti, niño que necesita de mí mismo: sé la puerta abierta y encantada y serena y ansiosa y atractiva e imán, y vientre vivo y tú, quererme vivo y tú, volarme vivo y tú, volcarme vivo y tú, amar, amar:

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16 enero 2012

Poema Detenido en un amanecer

















Nadie.

Iba yo sola.

Nadie.

Pintando las auroras con mi único color de soledad.

Nadie.

Repitiéndome en todas las desesperaciones.
Callándome por dentro el grito de buscarte.
Sumándome ideales en cada verdad rota.
Hiriendo las espigas con mi duelo de alzarte.

¡Oh desaparecido!
¡Cómo injerté mi alma en la azul para hallarte!


Y así, loca hacia arriba, 
hirviéndome los ojos en la más roja luz para lograrte,
¡cómo seguí la huida de mi emoción más ávida
por los hospitalarios oros crepusculares!

Hasta que una mañana...
una noche....
una tarde...
quedé como paloma acurrucada,
y me encontré los ojos por tu sangre.

Madrugada de dioses
maravillosamente despertaron mis valles.
¡Desprendimientos! ¡Cauces! 
¡Golondrinas! ¡Estrellas!
¡Albas duras y ágiles!
Todo en ti: ¡sol salvaje!

¿Y yo?
Una verdad sencilla para amarte.

Autora:  Julia de Burgos


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